En Alien: Romulus, Fede Álvarez se enfrenta a la ardua tarea de revitalizar una saga emblemática y, a la vez, rendir homenaje a sus raíces. Esta nueva entrega, que se sitúa entre Alien y Aliens, ofrece una mezcla intrigante de nostalgia y novedades, pero no sin ciertos tropiezos.
La película nos lleva a un remoto campo de minas en el espacio, donde un grupo de jóvenes trabajadores intenta escapar de la opresiva Weyland-Yutani. La premisa, centrada en la desesperación de los trabajadores y su lucha contra el sistema capitalista, tiene un inicio prometedor que explora la dura realidad de la vida en una colonia minera. Esta primera parte, llena de tensión y una atmósfera claustrofóbica, destaca por su crítica social y su enfoque en personajes atrapados por el sistema, algo que resuena bien en el contexto actual.
Sin embargo, a medida que avanza la trama, Alien: Romulus comienza a inclinarse hacia una fórmula más familiar, con una serie de referencias y guiños a las entregas anteriores. El director y guionista Álvarez se sumerge en un mar de nostalgias, a veces con aciertos y otras con decisiones cuestionables. Mientras que algunos de estos guiños funcionan y aportan a la construcción del universo, otros se sienten forzados y distraen de la narrativa principal.
Uno de los aspectos más destacados es la ejecución técnica. La película brilla con su dirección de arte, iluminación y efectos visuales, que logran crear una atmósfera que recuerda a los clásicos, pero con una actualización visual que encaja bien con la franquicia. La creación de los Xenomorfos, en particular, es tratada con el respeto que se merece, y la combinación de CGI y efectos prácticos resulta en momentos de auténtico terror.
Las actuaciones también merecen mención especial. Cailee Spaeny y David Jonsson ofrecen interpretaciones sólidas, con una dinámica entre sus personajes que añade profundidad emocional. Spaeny aporta una mezcla de vulnerabilidad y fortaleza a su papel, mientras que Jonsson, como el androide Andy, equilibra de manera efectiva la humanidad y la frialdad de su personaje.
El mayor problema de la película radica en su excesivo apego al pasado. Aunque los fanáticos de la saga pueden disfrutar de los guiños a los clásicos, Alien: Romulus a veces parece más interesado en rememorar viejas glorias que en construir una narrativa propia. Esto le resta originalidad y hace que, en algunos momentos, la película se sienta como un eco de lo que ya hemos visto.
En definitiva, Alien: Romulus es una entrega que complace a los fanáticos con su respeto por el material original y su impresionante artesanía visual. Sin embargo, su dependencia de referencias y nostalgia limita su capacidad para ofrecer algo verdaderamente innovador. Es una adición valiosa a la franquicia, pero con la sensación de que podría haber dado un paso más audaz hacia el futuro.
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Puntaje de Bitácoras: 8.5